Entretien avec Diego Mondaca.

 

 

La cárcel es no sólo un lugar geográfico, sino también un estado mental. Es lo que dice el cineasta boliviano Diego Mondaca en sus dos películas documentales, « Ciudadela » y « La Chirola », presentadas el 16 de noviembre 2013 en Ginebra, por el festival Filmar en América Latina. Entonces nada permite pensar que lo que pasa en la pantalla ante los ojos de los espectadores ha sucedido al interior de los muros de una penitenciaria o de una casa normal. Seguro que Diego Mondaca produce un cine comprometido típico de Latinoamérica, un cine que no se trata sólo de las apariencias. Lo invitamos a las clases de francés del Espacio Solidario.

 

 

Encuentro con el cine comprometido

 

 

Entre Dos Mundos – Cuando te expliqué quiénes eran las personas que pasan por el Templo de Pâquis, me dijiste : « Yo también, me siento como ellos, un migrante entre dos mundos »…

Diego Mondaca – Existe una identificación clara cuando uno sale de su país, porque la pertenencia ya no existe. La situación del migrante es como mi situación, yo estoy constantemente viajando y para mí es un stress de conseguir los permisos para transitar libremente, entonces ya no estoy libre. To-dos los países que me ha tocado visitar, sea dentro de Latinoamérica, sea en Europa o en Asia o en el Medio Oriente, mi condición de migrante siempre me recordado lo difícil que es salir de casa. Hay distintas situaciones de migrantes unos por decisión propia, unos por presión social, económica y otros por exilios y por dictaduras. Mi situación es privilegiada pero mi sentimiento de casa, de familia, el sentimiento de la nostalgia puede llegar a ser la misma. Por eso es complicado encontrar un grupo de personas en la misma situación o con el mismo sentimiento, te ayuda a que en grupo se pueda mejorar la situación. En realidad es una situación bastante humana, porque cuando nosotros nos agrupamos es porque necesitamos ayuda y es así como se debería seguir construyendo, en grupo. Obviamente experimentamos ahora un sistema que nos obliga a la soledad y por eso estamos como estamos. Por eso existen familias tan disfuncionales, chicos de 11 años en los Estados Unidos con una metralleta, yendo a matar a todos sus compañeros de curso. Porque hay una soledad, no hay esa capacidad de escucharnos, no tenemos el tiempo para escuchar los problemas, no nos dan el tiempo para hablar de nuestros problemas. Todos tenemos una cantidad in-mensa de problemas pero es de humanos platicarlo. Por esto yo me sorprendo y es un poco contradictorio. Que exista este espacio en la casa de Dios, en la iglesia católica, no se le da ese rol a la iglesia católica. Esta es la primera iglesia católica que ejerce y que busca encontrar el sentido de la Fe, es muy lindo, es un espacio trasformado por el hombre y para el hombre en la tierra.

Entre Dos Mundos – Alfred Hitchcock pensó que el cine es arte industrial como diseño de muebles o venta de coches, por-que depende principalmente de me-dios técnicos y financieros, y no de talento ¿Qué piensas del mercado de las películas en Bolivia, tu país?

Diego Mondaca – No sé si comprendí bien. Como realizador yo me considero como trabajador de cualquier oficio y no creo que el arte sea particularmente especial. Es un oficio como todo oficio, necesitas mucho trabajo, dependiendo de dónde vengas. El contexto que tengas es más complicado o menos complicado, pero ese no es el problema. El problema es que tú tienes que decir al resto de gente que tú necesitas expresar y que respuestas estas buscando. En esto es un poco similar a la labor del científico, y es prueba de eso, es ejercitar posibilidades de expresión, como ellos ejercitan experimentos para llegar a una verdad científica. Es un camino difícil pero hay que hacerlo como alguien que tiene que ser médico, que tiene que ser arquitecto, o abogado, cada quien encuentra su ca-mino y en la medida que lo haga con cariño y con amor pues encontrara su propia identificación. Ahora el tema de industrias, por lo menos en mi país y en Latinoamérica no existe industrias de cinema. En Europa en general es muy difícil hacer cinema, no es una panacea, entonces lo que está pasando ahora, en el mundo en general es que aquellos sueños: el sueño americano, el sueño europeo, se están desvaneciendo de alguna manera brutal y esto nos indica a cuestionar ¿Siempre nos mintieron? ¿O siempre nos ilusionamos? Antes yo mismo creía, voy a Europa y voy a conocer mucho, voy a aprender. Aprendes en todos lados, aprendes en cualquier lado. Lo importante es aprender a con-tratar tu realidad y la realidad del otro y así aprender aún más. Para eso sirve viajar, para eso sirve conversar en un viaje.

Entre Dos Mundos – Es más difícil intimar con la gente del cárcel ¿Algunas veces no sientes el desfase entre ti e los que filmas, no te parece superficial lo que haces?

Diego Mondaca – Es compleja la pregunta y no la respuesta, porque son situaciones muy difíciles. Yo apenas entre acá, lo he comparado un poco con el contexto que yo tengo en la película, es decir, personas en una situación compleja, difícil, que necesitan agruparse para salir de esa situación difícil. Es lo mismo que pasa en el filme que yo hice en la cárcel. Son personas que están en una situación muy compleja, sicológicamente, físicamente, muy prejuiciadas y señaladas por la sociedad como es el caso acá, entonces necesitan identificarse entre ellos para poder superar el problema juntos. Ahí está la identificación clarísima. Entonces es ahí donde yo me pongo muy feliz porque así el filme se haya hecho al margen o no de una cárcel, puede ayudar, puede invitar a la reflexión, puede despertar preguntas. Yo no estoy tratando de describir un espacio carcelario, no estoy tratando de encimar con las personas, no estoy tratando de decir cómo debe o no debe ser. Simplemente estoy mostrando la situación que históricamente ha sido negada en la sombra de una sociedad. Ser inmígrate es difícil, estar en la cárcel es difícil. Ahora, también esta situación es compleja para mí y hasta un poco incomoda porque estoy viniendo a ver la gente en una mala situación, que no es mi situación pero también, sé cómo es. Entonces yo vengo, veo y me voy. Es lo mismo que me pasaba en San Pedro en la cárcel y nos pasaba a todos y es muy difícil, sicológicamente es muy complejo y es algo que nosotros nunca pudimos entender la respuesta. Nosotros si sabíamos y era cuando ellos nos preguntaban. Yo recuerdo mucho a uno de los que fueron parte del film, le pidió al sonidista, Rubén, “¿porque no me grabas el sonido de la calle, no?” Entonces le decía grábame el sonido de la calle afuera. Era una cuestión que tú no sabes cómo responder a esto. No puedes decir vas grabas y no entiendes lo que está pasando. Pero tú le entregas y él escucha el sonido de la calle y ahí tú te das cuenta el daño que todo el mundo les está haciendo a esa persona y a esas personas, yo diré. Entonces no buscas continuar porque sabes que es doloroso, para ellos y para ti. Sabes que cualquier pregunta que hagas así sea tonta. Es como si yo vengo a acá y les digo “¿qué tal?” “¿cómo andan?” “¿qué les parece Ginebra?”. Esa pregunta que es aparentemente muy normal, muy lógica, es estúpida. Es como si yo voy a una casa y yo digo “¿qué tal?” “¿que cuenta?” y esas preguntas yo las he hecho, desde una ignorancia completa y siempre caes en eso. Pero hay que pensar un poquito. Porque decir “¿qué cuentas?” “¿qué has estado haciendo?” Pues estoy en la cárcel, no hago nada o no tengo nada en estos momentos, entonces, tal vez es un mecanismo de defensa para no intimar y no hacerme daño a mí mismo y no hacerles daño a ellos. Habrá algún momento cuando se tenga que intimar pero es muy delicado, lleva más tiempo. Con algunos, hemos continuado a tener una relación de amigos. Yo los visita hace más o menos 2 meses, cuando fui de nuevo a la cárcel y lo mejor que me paso es que me encontré con un amigo de cuando yo estaba filmando y me encontré con él y en el momento en el que nos reconocemos, desde lejos, dije listo, ya tengo un amigo aquí y no me va a pasar nada. Voy lo saludo, camino por todos lados sin ningún temor y es lo mismo que me pasa cuando viajo, si vengo aquí a Ginebra, a Palestina a Israel a Berlín etc. o a donde vaya, si yo tengo un amigo yo ya pierdo el miedo. Entonces deja el margen de golpear muros. Es un tema de identidad humana, de identidad con el otro, eso es lo que uno experimente y eso es lo que perdemos. Es lo que nos han privado o nos han enseñado a prender. Es una preocupación claramente de una gene-ración nueva, como la nuestra, los jóvenes, donde no podemos vernos, sabemos del otro porque nos escribimos por chat, por iPhone, Skype, todo el mundo tiene eso, todo el mundo experimenta una relación a partir de eso. Pero es tan difícil verse a los ojos y llenar ese espacio.

Entre Dos Mundos – Hay gente que pasa por Espacio Solidario Pâquis para pedir comida y que tiene iPhone que cuesta dinero. Parece absurdo…

Diego Mondaca – Si entiendo. Evidentemente es un mecanismo muy efectivo de comunicación pero también es un bálsamo, es decir, yo me comunico mucho por Facebook porque no estoy en ningún lugar entonces es mi mecanismo de saber, de autoengañarnos, de estar en comunicación, estoy en contacto, pero ese contacto es un no contacto entonces por eso yo a veces freno. A mi familia yo le escribo cada una o dos semanas para poder tener cosas concretas que contarles, sentimientos que contarles, escribir una larga carta, porque ya no se escribe, ya nadie escribe cartas. Todo de-pende de cómo uno asume las relaciones, puede ser por Skype o por Whatsapp pero es importante asumir el valor de la comunicación.¶

 

 

Cet entretien a été réalisé le 7 novembre 2013 par Delphine Luchetta avec la collaboration de Linda Sandoval à l’Espace Solidaire Pâquis à Genève et a été publié dans le numéro 39 du mensuel Entre Dos Mundos.